Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial: claves, plazos y retos de aplicación
En este artículo analizamos las fases de entrada en vigor del Reglamento de IA, su clasificación por niveles de riesgo y el impacto que tendrá en España y en la actividad empresarial.
20 de agosto de 2025

📝- Index
La Unión Europea ha querido liderar la regulación de la inteligencia artificial con la aprobación del Reglamento (UE) 2024/1689, de 13 de junio de 2024, más conocido como Reglamento de Inteligencia Artificial. Su finalidad es clara: garantizar que el desarrollo y uso de la IA en el mercado único europeo sea seguro, transparente y respetuoso con los derechos fundamentales, sin frenar la innovación.
Calendario de aplicación del Reglamento de IA
El Reglamento de IA no entra en vigor de golpe, sino que lo está haciendo de manera progresiva:
- 2 de febrero de 2025: aplicación de disposiciones generales y prácticas prohibidas.
- 2 de agosto de 2025: gobernanza, modelos de IA de uso general, régimen sancionador y normas de confidencialidad.
- 2 de agosto de 2026: obligaciones para los operadores de sistemas de alto riesgo.
- 2 de agosto de 2027: aplicación de reglas específicas para sistemas de alto riesgo ligados a legislación sectorial de seguridad de productos.
Este calendario, sin embargo, está rodeado de debate: la industria tecnológica y algunos Estados miembros presionan para retrasar ciertas obligaciones, alegando la falta de estándares técnicos definitivos y el riesgo de desincentivar la innovación.
¿Cómo clasifica el Reglamento los sistemas de IA?
La gran novedad del Reglamento es su clasificación de los sistemas de IA según el nivel de riesgo que entrañen:
- Riesgo inaceptable: se prohíben sistemas que supongan una amenaza clara para derechos o seguridad (ej. manipulación cognitiva masiva).
- Alto riesgo: engloba ámbitos críticos como biometría, empleo, educación, justicia o infraestructuras esenciales. Exigen requisitos estrictos: evaluación de conformidad, supervisión humana, trazabilidad de datos y transparencia.
- Riesgo limitado: incluye, por ejemplo, chatbots, que deberán informar siempre al usuario de que interactúa con una máquina.
- Riesgo mínimo: la mayoría de sistemas de IA quedan aquí, sin requisitos adicionales, aunque se fomenta la adhesión a códigos de conducta voluntarios.
El Reglamento de IA en España
Supervisión y adaptación normativa
En España, la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA) será la autoridad encargada de garantizar la correcta aplicación del Reglamento y, en su caso, de imponer sanciones.
Además, existen normas nacionales complementarias alineadas con el marco europeo:
- La Ley integral para la igualdad de trato obliga a que los algoritmos públicos minimicen sesgos y sean transparentes.
- La LO 3/2018 de protección de datos y el RGPD ya exigen evaluaciones de impacto cuando se usen sistemas automatizados.
- Varias comunidades autónomas (Valencia, Extremadura, Illes Balears) han aprobado normas específicas para fomentar un uso ético de la IA.
Retos inmediatos: directrices y estándares técnicos
Uno de los principales problemas es la falta de directrices interpretativas claras y de estándares técnicos definitivos. Conceptos como “adaptabilidad” o “manipulación” aún generan dudas, y se teme que software tradicional pueda entrar erróneamente en el ámbito del Reglamento.
La Comisión Europea trabaja en:
- Guías para clasificar sistemas de alto riesgo.
- Modelos de evaluación de impacto en derechos fundamentales.
- Un código de buenas prácticas para IA de uso general, aún en borrador.
Sin embargo, los estándares técnicos no estarán listos hasta 2026, lo que obligará a las empresas a adaptarse con rapidez para evitar incumplimientos.
¿Qué significa el Reglamento de IA para las empresas?
El Reglamento Europeo de IA supone un cambio de paradigma en la gobernanza tecnológica, marcando la línea entre fomentar la innovación y proteger los derechos fundamentales. Aunque su entrada en vigor está rodeada de debates y posibles retrasos, no cabe duda de que las empresas deberán empezar a prepararse cuanto antes, especialmente aquellas que operan con sistemas de alto riesgo.
La clave será encontrar el equilibrio entre la exigencia regulatoria y la capacidad real de adaptación de las pymes y grandes compañías.

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